Voy a hablar sobre límites y las conexiones en nuestro cuerpo. Comencé a practicar Judo cuando tenía 6 años. Unos años más tarde me vi en el camino de avanzar hasta el cinturón negro, pero por la edad me dijeron que tenía que esperar varios años, eso era lo que decían las reglas. Por la misma época que esto ocurría, quise comenzar a practicar voleibol, pero no pude porque las reglas decían que no podía comenzar el deporte escolar hasta un año después.
Yo era un niño muy activo y me encantaba el deporte y la competición. Estas dos noticias fueron frustrantes. No conseguía entender por qué debía esperar para seguir creciendo, para practicar deporte con la intensidad que quería. Más de 25 años después puedo recordar perfectamente aquellos sentimientos de frustración y rabia, de sentirme limitado y oprimido para expresarme en una de las formas que más me gustaban, el deporte.
Lo que me ocurrió en esa época (estaba entre los 10-11 años) fue que tuve muchísimas caries en mis muelas. Tuvieron que empastarme prácticamente todas. Y por qué cuento esto. Pues porque es la conexión que he encontrado entre las dos situaciones. No siendo capaz de romper los límites que imponían las reglas en estos deportes, encontré otra solución, rompí mis propios dientes a la vez que la vitalidad y motivación que sentía al practicar deporte y competir, se transformó en parte en estrés, agresión y frustración. Estoy seguro que algunos podéis identificar estos sentimientos con el bruxismo (apretar los dientes de forma inconsciente).